La Unesco define a las industrias creativas como aquellos sectores de actividad organizada que tienen como objeto principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión y la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial.
Un ámbito transversal a la territorialidad, que surge como una oportunidad de diversificar la matriz económica y productiva a nivel local, regional y por supuesto nacional.
Por años, la actividad cultural y artística ha estado asociado a lo barato y gratuito. Sin embargo, la definición del organismo internacional obliga a las economías a entregar valor a las actividades creativas, y con esto posicionarlas dentro de un marco profesional, de calidad y alto valor social.
Este tipo de emprendimientos son cada vez más protagonistas de las economías locales, aportando no solo al crecimiento y empleo, sino también desarrollo cultural, humano y social. Una sociedad sin cultura es una sociedad sin identidad y la responsabilidad de todos los habitantes de un territorio es valorar la cultura como un elemento sustancial de convivencia.
Chile, a través del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes ha definido una política de fomento a la economía creativa, para que artistas y cultores cuenten con una base sobre la cual emprender y transforme su quehacer en una actividad económica que les permita sobrevivir. Ejemplo de esto, son algunos instrumentos de financiamiento como Fondart Nacional, Fondart Regional, Fondo del Libro y la Lectura, Fondo de la Música y Fondo Audiovisual.
En detalle, se trata de todos los emprendimientos vinculados a la artesanía, artes visuales, fotografía, teatro, danza, artes circenses, editoriales, música, audiovisual arquitectura, diseño, medios, radios, televisión, publicidad, patrimonio, educación e investigación cultural, fabricación de insumos, entre otras.
Si eres parte de estos sectores vincúlate a las redes de industria creativa y potencia el ecosistema. Tu aporte es fundamental para la región.